La llegada de la variante del virus de la COVID-19 Ómicron ha puesto de manifiesto que la pandemia aún está lejos de llegar a su fin.
Las vacunas están consiguiendo evitar muchas de las muertes y hospitalizaciones asociadas a la enfermedad, pero la enorme infectividad de la nueva variante hace que muchos individuos se contagien y puedan a su vez contagiar a otros.
Las personas pertenecientes a los grupos de riesgo: mayores, inmunodeprimidas, diabéticas, con enfermedades graves o no vacunadas, por ejemplo, siguen teniendo un riesgo muy alto de padecer complicaciones severas.
Además, el aumento incontrolado del número de bajas por enfermedad y las restricciones impuestas por las autoridades sanitarias están haciendo mella en la economía de muchos negocios.
Casi dos años después del inicio de la pandemia, los protocolos de protección en espacios interiores siguen siendo prácticamente los mismos y se basan principalmente en el lavado de manos, el uso de mascarillas y el mantenimiento de la distancia social.
Sin embargo, ahora sabemos que el virus se trasmite principalmente debido a los aerosoles que pueden permanecer suspendidos en el aire interior de espacios cerrados durante largos periodos de tiempo.
Se trata, pues, de un mecanismo muy similar al que presentan el resfriado común y la gripe. Este mecanismo de transmisión hace que las medidas más importantes para luchar contra el coronavirus sean la ventilación y desinfección del aire interior.
¿Es suficiente con abrir ventanas?
Pero ¿es suficiente con abrir las ventanas?, ¿es la ventilación natural la mejor estrategia? La respuesta es no. En primer lugar, porque, sobre todo en los grandes núcleos de población urbanos, el aire exterior puede estar igual o más contaminado que el presente en ambientes interiores.
El contacto diario con estos contaminantes puede provocar severas afecciones respiratorias, cefaleas e, incluso, mermar el desarrollo pulmonar y cognitivo de los niños. Y, en segundo lugar, porque esta estrategia tiene un impacto muy elevado en la eficiencia energética de los edificios y en el confort térmico de los usuarios.
Si a todo esto le sumamos el constante incremento del precio de la electricidad, se pone de manifiesto la necesidad de apostar por tecnologías de ventilación mecánica que nos permitan aumentar la eficiencia energética y conseguir espacios interiores seguros.
La única medida
La implantación de sistemas de ventilación y desinfección del aire en el interior de los edificios es la única medida que asegura una disminución real del número de contagios.
Estudios realizados por científicos de la Universidad de Colorado [1], liderados por el profesor español José Luis Jiménez, han demostrado que la implementación de sistemas de ventilación y desinfección del aire interior permite reducir la probabilidad de contagio hasta un 40%, incluso en salas con aforo completo. Es decir, que la ventilación y la purificación del aire son medidas más efectivas para el control de la pandemia que la reducción de aforos.
El tratamiento de ambientes interiores en locales y edificios debe basarse en una ventilación mecánica con aire fresco, correctamente filtrado y debidamente desinfectado.
En aquellos locales en los que no sea viable la instalación de sistemas de ventilación con aire exterior, o que esta sea insuficiente, la utilización de equipos de purificación portátiles puede ser una buena alternativa.
Estos equipos están diseñados para recoger el aire en el interior de una estancia y devolverlo limpio, desinfectado y libre de peligro. Esto es posible gracias a la combinación adecuada de tecnologías de filtración, como los filtros HEPA, y de desinfección, como la radiación UVc o la oxidación fotocatalítica (PCO).
Garantía de un aire sano
De esta manera, las instalaciones de ventilación junto con los purificadores portátiles o las unidades purificadoras de techo, por su fácil instalación, se convierten en una solución a la necesidad de garantizar un aire sano y evitar la propagación de contagios en espacios cerrados.
La implantación de sistemas de tratamiento del aire debe ser una prioridad en la lucha contra la pandemia, para la consecución de espacios seguros y para permitir a locales de ocio, oficinas y comercios seguir con su actividad diaria sin necesidad de reducir sus aforos.
Sodeca IAQ, como división especializada en Calidad del Aire interior de Sodeca, ofrece la posibilidad de analizar la calidad del aire del entorno y ofrecer un diagnóstico personalizado, con la solución técnica más adecuada para cada proyecto de ventilación.
Texto de Carlos Martínez | Técnico especialista en calidad del aire interior de Sodeca IAQ